jueves, 17 de febrero de 2011

Jeremy

En las semanas siguientes, Elena apenas dormía y comía, se pasaba el día como un espíritu por la casa, su madre cada vez más preocupada por ella, decidió hablarle.

  • Elena cariño, ya sé que has tenido que pasar por uno de los momentos más dolorosos de tu vida, pero la vida sigue, a César no le gustaría verte así.
  • Ya mamá... Prometo intentar volver a hacer una vida normal, mañana iré a la universidad, no quiero perder el curso.
  • Está bien mi vida, voy a prepararte algo de comer, que te estás quedando en los huesos.

Ese fue el primer día que Elena comió en condiciones, a veces lo único que hace falta es tener una charla con esa persona que te conoce tan bien, tu madre.
Al día siguiente, Elena, tal y como prometió a su madre fue a la universidad. Cuando llegó a clase todos se acercaron a preguntarle cuál era el motivo de su continúa falta, todos menos uno. Un chico se encontraba rezagado en una de las mesas de la última fila, Elena no lo conocía, pero también es verdad que había faltado tanto a clase, que no le extrañó no saber quien era.
Elena no quería dar demasiadas explicaciones a sus compañeros, no le apetecía recordarlo, y justo cuando las preguntas hacia ella se hacían más intensas, fue salvada por la campana porque llegó el profesor.
Había olvidado las pesadas clases de ese profesor, casi se duerme, los minutos se hacían eternos, apenas tomó apuntes, estaba demasiado concentrada en sus pensamientos. De repente todos se levantaron de sus asientos y con esa sonrisa que habían perdido durante la clase se disponían a salir del aula, fue entonces cuando Elena se dio cuenta de que la clase había terminado.
Mientras recogía sus cosas para macharse, el chico desconocido se acercó donde Elena.
  • Hola, perdona, ¿me podrías dejar los apuntes de esta asignatura, por favor?
  • Lo siento... Estas semanas he faltado mucho a clase y no los tengo
  • ¿Has estado enferma?
  • No, no precisamente, bueno me tengo que ir ya, siento no haberte sido de ayuda
  • No pasa nada, mañana nos vemos
  • Si... Eso, hasta mañana
Cuando Elena ya se alejaba del lugar de la conversación, pudo escuchar:
  • Por cierto Elena, me llamo Jeremy

¿Elena?, ¿por qué sabía su nombre?, ella no recordaba haberlo dicho... Pero no lo dio importancia debido a que esas semanas no eran precisamente las más idóneas para recordar lo que había dicho y lo que no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario