jueves, 3 de febrero de 2011

Cuando Elena abrió los ojos se encontró en un lugar que no era su casa, con su madre mirándola fijamente y varias señoritas vestidas de blanco alrededor. Debía de estar en un hospital.

  • ¡Elena hija! ¿estás bien?
  • Si mamá, algo desconcertada, ¿qué ha pasado?, ¿por qué estoy aquí?
  • Te he encontrado en el portal desmayada, los médicos han dicho que ha sido el estrés lo que ha hecho que perdieras el conocimiento. Lo siento hija, no me había dado ni cuenta,¿has tenido muchos exámenes estos días?
  • Sí mamá, ha sido eso.

Elena en el fondo sabía que no era eso, que en esas semanas no había tenido ni un examen y que lo que realmente la preocupaba era otra cosa, pero optó por mentir, una acción que puede ser muy fácil recurrir a ella en algunos momentos de tu vida.
Después de unas horas esperando a la visita del médico para recibir el alta médica, Elena pudo salir del hospital, agarrada del brazo de su madre.
Al llegar a casa, su madre le mandó tumbarse en el sofá y descansar mientras ella le preparaba un plato de sopa caliente.
De repente sonó el teléfono y Elena se levantó cuidadosamente y lo cogió con una voz débil:

  • ¿Si?
  • Eh.. Elena, soy César, ¿qué tal estás?, ya me he enterado de lo que te ha sucedido...
  • Bien, ya estoy mejor la verdad.
  • Quizás te ha influido mi comportamiento de estos días , pero tiene una explicación, no te la he contado antes simplemente por miedo.
  • Pues adelante, cuéntamela...
  • No, por teléfono no, hoy supongo que necesitarás descansar pero mañana si quieres me paso por tu casa y hablamos.
  • Ok, adiós.

Después de colgar, Elena se sumió en un profundo sueño en el que aparecían unas alas blancas y una cinta azul.

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