Eran las tres de la tarde cuando Elena amanecía, había dormido por lo menos catorce horas, las necesitaba.
Mientras desayunaba no dejaba de dar vueltas al extraño suceso que había ocurrido la noche pasada, ¿de verdad se había besado con César? ¿ por qué?, numerosas preguntas circulaban por su mente, buscando sus respectivas respuestas, pero nada, su cerebro no lograba encontrar ningún tipo de contestación.
Pasaron los días, y Elena no sabía nada de su amigo, lo que hacía que aumentasen sus preguntas y sus dudas, hasta que llegó un momento que decidió dar el paso ella y se dispuso a llamarle por teléfono.
- ¿Si?
- Eh... hola César, soy Elena, ¿qué tal?
- Ah Elena... pues bien, estoy bien, pero ahora mismo no puedo hablar, tengo que colgar, ya hablaremos, adiós.
Tras la desconcertante conversación, Elena se sentía mucho peor e infinitud de preguntas más puntiagudas que las anteriores rodeaban su mente, ¿qué le pasaba?, parecía enfadado..., seguro que está así por el beso, maldito beso, seguro que ha estropeado nuestra amistad.
Como no dejaba de darle vueltas al tema, decidió salir a dar un garbeo y cuando estaba ya en el portal, miró el buzón como de costumbre y se encontró una nueva carta:
Querida Elena
No tenía pensado escribirte hasta pasadas unas semanas, pero debido al desagradable suceso que he tenido que presenciar, he optado por hacerlo. No te preocupes, está todo solucionado, una vez más no te he fallado.
Un abrazo
J
Esta carta dejó a Elena sin aliento, demasiadas cosas, demasiada información en poco tiempo, demasiadas rarezas, de repente empezó a ver todo borroso, hasta que su cerebro no pudo más, sus piernas vencieron a esta orden, y perdió el conocimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario